Todos los días, comparto mis pensamientos con el mundo a través de mi cuenta de Instagram.

Estas no son reflexiones ordinarias; son observaciones y análisis basados en mi pasión por el estoicismo, una antigua filosofía que ha influenciado mi perspectiva de vida. Mi iniciativa se titula #reflexionesestoicasalvolante, un espacio donde abordo temas actuales y los examino a través del prisma del estoicismo.

Te invito a unirte a esta conversación, a sumergirte en estos pensamientos y, tal vez, a descubrir una nueva forma de ver el mundo.

Ahora, te contaré más sobre mi conexión con el estoicismo:

Así que, ¿cómo llegué al estoicismo? Fue una revelación inesperada. Un buen amigo, Alberto, quien siempre me ha brindado excelentes sugerencias de lectura y entretenimiento, me introdujo a un libro titulado «Cómo ser un estoico». Aunque siempre he sido alguien alejado de las religiones y doctrinas, este libro no sólo resonó en mí sino que también transformó mi perspectiva, sin cambiar mi esencia.

Los estoicos antiguos tenían particulares modos de vida y comportamiento. Hoy, si bien no replicamos sus acciones al pie de la letra, incorporamos sus enseñanzas de formas adaptadas a nuestra era. Por ejemplo, en vez de adoptar rigurosas dietas como la de Marco Aurelio, buscamos una alimentación equilibrada que refleje ese equilibrio interior que promueve el estoicismo.

El estoicismo no es una religión o una secta; es una filosofía de vida que proporciona herramientas para crecer personalmente. En mi experiencia, ha sido una influencia transformadora.

No lo veo como dogma, sino como una guía invaluable para enfrentar los desafíos diarios con serenidad y fortaleza.

Como suelo decir: «No hay mal que dure mil años», y es una creencia que ha adquirido un profundo significado en mi vida desde que Alberto me introdujo a esta filosofía. Soy un ferviente admirador del estoicismo, y espero que, a través de mis #reflexionesestoicasalvolante, más personas descubran su valor.